EL LEGADO DE LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA


En junio de 1907, unos recolectores de esponjas localizaron los restos de un naufragio frente a las costas de Túnez, en la localidad de Mahdia. Se trataba de un barco griego del siglo IV a.C. que yacía a 40 metros de profundidad. En aquel tiempo la arqueología submarina daba sus primeros pasos, y los investigadores tuvieron que hacer frente a numerosas dificultades técnicas: se emplearon equipos de buzo de escafandra clásica y se instaló una grúa sobre una embarcación; con estos métodos primitivos extrajeron algunas estatuas de bronce. Los trabajos de excavación en este antiguo pecio marcan el principio de la arqueología submarina, y National Geographic estuvo allí: publicó un amplio reportaje en el número de enero de 1912.

Tras esta primera incursión en una disciplina recién nacida, la Sociedad ha seguido prestando su apoyo a los que han sido pioneros en campañas de prospección y excavación de yacimientos subacuáticos, como George F. Bass, considerado el padre de esta ciencia. Fundador del Instituto de Arqueología Náutica (INA), de la Universidad Texas A&M, Bass exploró y excavó con éxito una gran cantidad de barcos sumergidos en aguas del Egeo entre 1960 y 2000. Él y su equipo localizaron en 1960 frente a las costas de Kyrenia, en el litoral septentrional de Chipre, los restos de un barco griego hundido hacia el año 300 a.C. con un cargamento de más de 400 ánforas. El rescate de los materiales se inició en 1967 y se prolongó varios años. En 1961, bajo las aguas turcas de Yassi Ada, Bass halló los restos de un pecio bizantino del siglo VII, el primero localizado de ese pe­­ríodo. En cuatro años, su equipo realizó más de 3.000 inmersiones, y las piezas recobradas constituyen probablemente el mayor tesoro de cerámica bizantina descubierto hasta ahora. El INA ha seguido localizando pecios sin descanso. Un descubrimiento fascinante fue el mercante griego del siglo V a.C. hallado en 1996 en el cabo de Tektas Burnu, frente a las costas de Turquía. El año 2000 Bass excavó el naufragio, y las piezas recuperadas proporcionan una imagen revelado­ra del momento álgido de la civilización griega.

Las campañas arqueológicas en tierra firme también han sido objeto de atención de la Sociedad. Una de las más importantes fue la llevada a cabo durante 30 años por el arqueólogo turco Kenan Erim, de la Universidad de Nueva York, en el yacimiento de Afrodisias, en la costa egea de Turquía. Desde 1961 hasta su muerte en 1990, Erim excavó en esta ciudad grecorromana a la que calificó como «un milagro en mármol» y en la que durante el período romano hubo un importante taller de fabricación de magníficas esculturas y sarcófagos que se exportaban a todos los rincones del Imperio. El propio Erim escribió un artículo dedicado a las maravillosas esculturas allí descubiertas, publicado en el magazine de junio de 1972. National Geographic también ha participado activamente en uno de los proyectos más interesantes de Afrodisias: la excavación del teatro de la ciudad, con una capacidad para 8.000 espectadores. En una de las paredes interiores del teatro, los arqueólogos hallaron mensajes inscritos por algunos emperadores, como el de Augusto, que reza: «He seleccionado esta ciudad de todas las de Asia como la mía».

Además de la arqueología, otras disciplinas ayudan a incrementar el conocimiento sobre las antiguas civilizaciones. National Geographic financió un apasionante estudio paleontológico que nos ha permitido saber más acerca de los antiguos romanos. En 1981 el arqueólogo italiano Giuseppe Maggi, director de los trabajos en Herculano desde 1971, se hallaba excavando en los baños suburbanos de esta ciudad que, junto con Pompeya, quedó enterrada en las cenizas del Vesubio el año 79, cuando uno de sus obreros descubrió los restos de un esqueleto humano. Fue el primero de muchos más. Al oeste de los baños, en unas cámaras abovedadas frente a la playa que los pescadores utilizaban como almacenes portuarios y para guardar las barcas, los excavadores sacaron a la luz 300 víctimas de aquella mortífera erupción volcánica. Al parecer, hallaron la muerte de camino a la playa cuando intentaban escapar por mar. En 1982, la experta en huesos fósiles humanos Sara C. Bisel acudió a estudiar los esqueletos de Herculano a petición de Maggi. Bisel dedicó seis años a este trabajo; cada hueso fue retirado, limpiado con chorros de agua y un cepillo de dientes, y sumergido en una solución acrílica para endurecerlo. De este modo, la investigadora logró recopilar abundante y valiosa información sobre la dieta y la salud de los antiguos habitantes de Herculano.

Pero National Geographic también ha contribuido a difundir el conocimiento del mundo grecorromano a través de la fotografía. Uno de sus fotógrafos estrella, James L. Stanfield, ha viajado durante décadas por más de 120 países ilustrando fascinantes historias desde las páginas de la revista. Tras recorrer y documentar durante años los escenarios de la historia de Grecia y Roma, se ha convertido en la mirada de la Sociedad sobre el mundo clásico.

Gracias a estos pioneros, investigadores y fotógrafos, las antiguas civilizaciones del mundo clásico mediterráneo nos resultan cada vez más cercanas, y sus misterios cada vez lo son menos. Con la nueva colección Historia, National Geographic Society pone al alcance de todos los lectores este amplio conocimiento sobre Grecia y Roma, las culturas sobre las que descansa nuestra propia civilización.

Fuente: History National Geographic

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